miércoles, 15 de octubre de 2014

I used to rule the world

Bueno, aquí os dejo un relato que escribí en el 2009, despues de perder un concurso que tenía bastante seguro que iba a ganar, todos sabemos que con 19/20 años nos comemos el mundo, vamos de dioses por la vida y nos creemos mejor que nadie, aquí yo probé la realidad y menos mal... 

Relato basado un poco en la canción de coldplay ''Viva la vida'', usada (Después de mi, já!) por Guardiola con el Barça.

R._________________________________________________________________________________



Hace no tantos años, yo, el llamado por el pueblo Adrián el ‘’Misericordioso’’, rey de las Tierras leonesas durante un largo reinado, aún tenía un trono que defender, aún tenía un sitio al que llamar mi hogar y aún tenía un reino que controlar.

¿Qué paso entonces?. Ahora paso a explicarlo desde el principio.

Descendiente de la familia González, reyes antiquísimos de estas tierras, fui coronado tras la prematura muerte de mi padre en las luchas contra los Árabes de al-andalus en su conquista de la Península Ibérica, con tan solo 19 años fui coronado Rey del Reino Astur-leones, une empresa nada fácil, pero para la que estaba capacitado por mi diligencia y mi inteligencia según decía el pueblo. 
Los primeros años de reinado fueron fáciles, los Árabes habían caído en la batalla de Covadonga y teníamos algo de paz en el reino, aún así, poco a poco íbamos reconquistando los territorios invadidos por ellos, lo que nos daba un poco de lucha. Las gentes de esos territorios no oponían mucha resistencia, solo caían delante de nosotros. 
Me gane la fama de misericordioso por permitir a los niños y a las mujeres quedar con vida, no me parecía justo que ellos murieran por la codicia de los generales árabes que les mandaban a ocupar zonas cercanas a nuestro reino solo para presionar, algunas de esas gentes se unieron a nuestro reino, otros decidieron volver a sus casas.

Estos últimos dieron la voz de alarma de la reconquista, infundieron el miedo de nuestras victorias en los ojos del enemigo, y ese miedo era lo que nos encontrábamos a nuestro paso.
En muchas ciudades se rendían antes de la lucha, me llamaban en términos árabes ‘’El rey de la península’’ y eso me dio la fama de invencible. Fama que poco a poco me empecé a creer, veía como la gente se arrodillaba a mi paso, veía como con 22 años tenia el mundo a mis pies. Yo dominaba el mundo conocido.
Después de tantas batallas en las que mi espada, Covadonga, había probado la sangre de muchos infieles, y había propagado la religión cristiana por media Hispania. Decidí volver al reino a gobernar las batallas desde la distancia, ‘esos reinos no se merecían mi presencia’ pensaba mientras volvía.
Cuando llegué al reino, todo fueron vítores y alabanzas, todos me tenían como un héroe y me adoraban, todo fue un abrir y cerrar de ojos, acabe de creerme que yo era el elegido de Dios para acabar con los infieles.

Empecé a reinar de nuevo, pero algo en mí había cambiado, no sentía deber de reinar, solo lo hacía por ver los ojos de mis súbditos mirarme con admiración, solo reinaba por sentirme superior a los demás, y descuidé mi ejército.

Tal día como hoy, un 11 de Mayo, me dieron la noticia de que mi ejercito había sido derrotado en una batalla más, estaba tan seguro de ganar esa batalla que no me preocupé por ellos, pero mi indolencia provocó que el enemigo se preparara y nos tendieron una emboscada, todo el ejercito que tenía allí había muerto.

Todo el mundo se daba cuenta de mi cambio, ¿En qué se ha convertido nuestro rey?, pensaban mientras me quitaban la vista, aún así, mi ceguera me impedía ver la decepción y el miedo en sus ojos. 

''Son ellos los que no entienden que para ganar una guerra hay que perder alguna batalla'' ''Esos hombres murieron en la batalla por la fe, murieron como héroes, deberían estarme agradecidos'' era todo lo que alcanzaba a pensar.

El 15 de Junio, 3 días después de mi 30 cumpleaños entraron al castillo buscando mi cabeza, pude escapar gracias a la inestimable ayuda de uno de mis más fieles hombres, que se quedo allí para defender mi reino de cenizas, seguramente ahora el esté muerto, murió por defender algo que no merecía la pena, por defenderme a mi.

Ahora, con 32 años, estoy vagando por las montañas leonesas, aprendiendo un poco de humildad, todo un ''elegido de dios'' que se dedica a cazar conejos y otros animales para sobrevivir.

Yo, que solía dominar el mundo, creo que he aprendido la lección.

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